miércoles, 26 de junio de 2013

Acá vas a encontrar más leyendas

Les dejo diferentes páginas, para que puedan seguir conociendo diferentes leyendas, puedan leerlas y si tienen ganas recomendárselas a quienes ustedes quieran...

http://www.cuentos-infantiles.org/leyendas-cortas/

http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi99/libros-digitales/html/leyen.htm

http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi98/chiwolla/leye.htm

http://leyendascortas.com.mx/leyendas-cortas-para-ninos/

http://www.encuentos.com/leyendas/la-leyenda-del-algodon/

http://www.cuentos-infantiles.org/leyendas-para-ninos/


También hay vídeos de leyendas, que son realmente hermosos, amenos y placenteros de escuchar y ver...


http://www.youtube.com/watch?v=Q_g6Ir_X4NU&list=PL8E72F77735E9E5C9



¡Nunca dejes de buscar! 


Recomendación de leyenda

En este espacio podrás encontrar diferentes recomendaciones de leyendas, que fueron creadas por el grupo de 4º grado. Esperamos que te gusten, las leas y las disfrutes tanto como nosotros. 

Leyendas urbanas

Esta es la leyenda que les narré en clase, por si tienen ganas de volver a leerla:





El gigante de Once”
Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once vaga un personaje de casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio. Este gigante "bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia protectora.
Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, un hombre artificial creado en el siglo XVI por un rabino de Praga, llamado Judah Loew ben Bezabel. Si bien la historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un rabino, con los inmigrantes judíos.
De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que estaría en el anexo de un hospital, en Caballito. Otros creen que vive en un callejón oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria. De una u otra forma, hay vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno. 
Si bien este mito comenzó con la simple mención de un personaje fabuloso, terminó por conducirnos a los antiguos y oscuros pasajes que se esconden en la Cábala.
Sabíamos por diferentes fuentes que algunos de los habitantes de Balvanera confiaban en la presencia protectora de un ser extraordinario: un gigante que cuidaría, como un ángel guardián, de cada rincón del barrio.
Y cuando decimos “gigante” no estamos exagerando: Walter M. (vecino):”Se supone que existe un grandote bonachón, una especie de guardián del barrio. Algunos dicen que mide casi tres metros. Acá hay mucha gente que se lo toma en serio”. Jorge H. (dueño de un pequeño hotel del barrio): “Me acuerdo de una vez, hace un año más o menos, que me había quedado sin cigarrillos y Salí a buscar un kiosco abierto. Serian las 3 de la madrugada. Lo vi en la plaza. Tenía la altura de los árboles. Caminaba como en cámara lenta. Luego me entere que aquella noche, en la plaza, cerca de la boca del subte, estuvieron a punto de violar a una chica, y que el degenerado, de repente, se fue corriendo, como si hubiera visto al Diablo” .Facundo R. (alumno del Colegio San José): “Un compañero de mi escuela dice que a su tío le salvo la vida un gigante de tres metros, chocó con el auto y , antes de que explotará, el gigante lo sacó” 
Los primeros pasos en la búsqueda de los orígenes del Gigante de Once no fueron nada alentadores. Por un lado, el hecho de profundizar en ciertos testimonios, no arrojó ningún otro dato más que la extraordinaria talla del grandote y sus hazañas solidarias.
Y por otro lado, el estudio de algunos archivos barriales no nos entregó nada relacionado con el mito.
Tomamos la decisión, entonces, de retroceder a las mismas raíces de este tipo de leyendas, y así descubrimos algo que abriría una inesperada puerta a la investigación.
Ya en el primer libro de la Biblia se hace mención a estos seres:
Génesis, 6.4 “Había gigantes den la tierra en aquellos días…”. También se los nombra más adelante, en otros versículos, como el siguiente: Números, 13.34 “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes: y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”.En ambos pasajes, el término hebreo que se traduce por “gigantes” es nefilim. Aún no se ha decidido si con esa palabra se quiso decir “gigantes”, o si sólo hacía mención a una raza de guerreros poderosos. Debido a esta incertidumbre pueden encontrarse versiones de la Biblia donde, en los mismos versículos, la palabra nefilim se dejó sin traducir.
Ahora bien, al recoger este dato tuvimos la sospecha de que no era la primera vez que nos encontrábamos ante nefilim; esta particular palabra ya nos había llamado la atención en una oportunidad anterior. Retornamos a los archivos de Balvanera y leíamos, por segunda vez, un documento fechado en 1930, el cual hacia referencia a los diferentes acontecimientos de aquel año.
Uno de los sucesos comentados, ocurrido un tanto en la periferia del barrio, se refiere a los destrozos que la tradicional confitería el Molino, en la esquina de Callao y Rivadavia, sufrió a causa del golpe militar de Septiembre;:“… esa misma noche, dicen, pudo ser visto el Nefilim entre las ruinas de la confitería, removiendo los escombros…”. Algunos conocedores de la historia de Balvanera aseguran que, en este párrafo, “nefilim” se utiliza como metáfora de la “gigantesca” desgracia asociada con el hecho; como si el escriba hubiera personificado al mismo mal que provocó la tragedia y lo hubiera imaginado hurgando entre los restos de El Molino.
Sin embargo, teniendo en cuenta el mito barrial y el término hebreo en cuestión, podemos suponer que el documento, en realidad, hace referencia a un gigante (nefilim), quien solidariamente trata, en un intento desesperado, de restaurar la confitería con sus propias manos.
Si en un documento con unos setenta años de antigüedad habíamos encontrado algo relacionado con el mito del Gigante de Once, ¿qué pasaría si siguiéramos retrocediendo en el tiempo? Decidimos entonces estudiar documentos anteriores.
Así, llegamos a una crónica acerca de los llamados “sopistas” que data del año 1903. Se denominaban así a los pobres que por aquella época se juntaban a recibir una sopa gratuita que ofrecía la Iglesia. Eran tantos que, según la crónica, las veredas del barrio se transformaban en verdaderos comedores al aire libre. Y así llegamos a un fragmento de la crónica que, al nombrar a ciertos personajes que esperaban su ración, dice:
“…y allí estaban:  Basilio Garisto, Caudillo uruguayo caído en desgracias; y detrás de el, el Nefilim…”
¿Qué habrá querido señalar el cronista de este documento de comienzos del siglo XX?¿Que detrás del caudillo oriental se hallaba alguien llamado “Nefilim”? Pero se refiere a “el Nefilim”, como en eel documento de 1930, por lo que parecería estar hablando de… ¿”el Gigante”?
Ahora bien, si suponemos esto último, y además decimos que se trata del mismo gigante nombrado en el documento de 1930, como también de aquel que algunos aseguran continúa paseando por las noches en Balvanera; entonces debemos concluir que no sólo estamos ante un gigante, sin ante un gigante con más de cien años de edad.
Todo esto nos lleva a otra conocida leyenda en donde se combinan talla importante y longevidad: el mito rabínico de Golem. “Golem” significa literalmente “materia amorfa o sin vida”. Se dice que el origen de la historia data del siglo XVI. Según ésta, en el gueto de Praga, un rabino llamado judah Loew Ben Bezabel Creó, mediante método de la Cábala, un hombre artificial para que lo ayudara en la sinagoga. A este ser lo llamó Golem; la vida que lo animaba, aunque de tipo vegetativa, se debía al influjo de una inscripción mágica puesta detrás de sus dientes, la cual era retirada todas las noches. (Algunas versiones aseguran que esta inscripción se trataba del nombre secreto de Dios; otras, en cambio, hablan de emet, la palabra hebrea que significa “Verdad”)
Una noche, Judah olvidó retirarla y el Golem entró en delirio. Destruyó todo lo que se le cruzaba en el camino, hasta que el rabino lo enfrentó y deshizo la inscripción mágica. (Las versiones que toman a emet como inscripción dicen que el rabino eliminó la primera letra para que se convierta en met: muerte) Finalmente, sólo quedó del Golem una estatua de barro que todavía puede ser vista en la antigua sinagoga de Altneus.
Si tenemos en cuenta la fuerte inmigración a nuestras tierras del pueblo judío entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, puede suponerse cierta conexión entre las leyendas rabínicas del Golem y el mito banvanerense del Gigante o Nefilim. Quizás éste sea simplemente una “porteñización” de la primera.
Pero antes de tantear posibles respuestas, veamos los siguientes testimonios. Los nombres y ocupaciones de los entrevistados no serán revelados, a pedido de ellos mismos, basta decir que se trata de diferentes personalidades relacionadas con el judaísmo.
Testimonio1: “Se dice que en ciertas sinagogas se guardan manuscritos apócrifos acerca del Golem. Uno de ellos aseguraría que en Praga fueron creados no uno, sino trece Humanoides de Arcilla, Por eso, una versión dice que un rabino mezcló uno de estos golems con los judíos que llegaron a Buenos Aires”.
Testimonio 2: “Una historia cuenta que un rabino llegó a Buenos Aires, allá por el 1900, con un Golem propio, o con los procedimientos que exige la Cábala para crear uno. Ya sea que haya llegado con la criatura o la haya concebido aquí, cuando el rabino murió, el Golem se quedó sin amo.
“Luego, el relato tiene varios desenlaces, según el escrito que se analice, en algunos se afirma que, antes de su deceso, el rabino encerró al monstruo en la habitación a la cual nadie puede llegar. (Algunos creen que dicha habitación se halla en el Anexo del Hospital Francés, a metros de monumento al Cid Campeador, en el barrio de Caballito: el hospital habría sido construido sin tocar esta habitación, la cual ya existía en la antigua casona que allí se alzaba.) Otros cuentan que el Golem quedó libre, obligado a vagar eternamente por los alrededores de lo que fue su casa. “Además, pudimos encontrar en una antigua crónica barrial rabínica (fechada en el año 1916 y traducida de un supuesto original hebreo por un tal Maximiano Funes) el siguiente párrafo:
Existe una calleja que nadie puede ver, salvo desde un balcón al que nadie puede llegar. Y es aquel oculto callejón morada del no-nacido-de-madre, el gigante abandonado, que deambula y deambula en aquel lugar sin salida. Y espera, espera…
Algunos suelen identificar a esta calleja con el emplazamiento de dos pasajes actuales: uno de ellos es el pasaje en forma de “L”llamado Colombo, donde se alza una singular construcción (justo en la esquina de la “L”)rematada por un reloj, en la que –se dice- aguarda el no-nacido-de-madre; y el otro es el pasaje Victoria: verdadero callejón sin salida que nace a una cuadra y media de la plaza 1º de mayo, justo enfrente del Spinetto Shopping. Al visitarlo, uno puede entender por qué ha sido mencionado con el mito: la única entrada que tiene el pasaje (ubicada sobre Adolfo Alsina, Entre Pichincha y Matheru) ha sido cerrada con un gigantesco portón de madera, transformando al pasaje Victoria en un pasaje con “puerta de entrada”, como si los habitantes de las viviendas que se alzan detrás del pórtico tuvieran algo que ocultar, algún “gran secreto”, quizá.
Dicho sea de paso, ambos pasajes se encuentran ubicados en donde el barrio de Balvanera se confunde con el de Congreso, justo entre las misteriosas “medias estaciones” del subte A. Pasco y Alberti, lugar también mítico ya analizado en este libro.
Fuera del ambiente rabínico también encontramos historias que pueden guardar relación con la leyenda del Golem: una de ellas es la de Maria Salomé Loredo Otaola de Zubiza, quien nación en España, en la provincia de Vizcaya, en una aldea llamada Zubiete, el 22 de octubre de 1855. Ya su nacimiento se codea con el relato mítico: se dice que aquella noche caía una lluvia aterradora, los vientos hacían temblar las casas; pero al nacer la niña, la tormenta cesó de inmediato.
Llegó con su familia a Buenos Aires en 1869, instalándose en la localidad de Saladillo. En 1892, María ya vivía en su casa de la Rioja 771, en Balvanera, la cual transformó en templo para recibir a los miles de fieles que imploraban por sus consejos y su poder de curación.
Existen comentarios que vinculan a la Madre María, como le decían sus devotos, con el supuesto rabino que poseía al Golem. El rabino, cuentan le reveló a ella ciertos secretos de la Cábala, los cuales le habrían otorgado sus cualidades curativas.
Otros dicen que, luego de la muerte del rabino, María se quedó un tiempo con el Golem, pudiéndoselos ver caminar juntos en contadas ocasiones.
Existe otro relato que data de 1928 y es muy conocido en el barrio. La Madre María murió el 5 de octubre de ese año; en su velatorio, un hombre silencioso, de gran altura y de caminar cansino, se acercó al féretro, puso sus manos sobre la muerta y balbucearon unas palabras.
Según la tradición, aquel hombre era don Hipólito Irigoyen, el presidente de la República Argentina, quien al parecer la visitaba muy a menudo en su casa-templo. Sin embargo, otras versiones identifican al misterioso visitante con el mismo Golem, quien de esa manera se habría despedido de su último amo (ama en este caso), para luego alejase por las calles de Once, y vagar por ellas eternamente.

Después de lo que escuchamos y la docente narró, llegamos a la siguiente definicion sobre las leyendas urbanas...

Son las historias mitológicas de la actualidad. Esto, ya que se basan en historias, que supuestamente habrían ocurrido. Las cuales muchas veces, por el narrador, son dadas como verdaderas. Las leyendas urbanas, se basan en personajes urbanos, como lo dice su nombre. Por lo mismo, las leyendas urbanas, siempre ocurren en ciudades o pueblos, los cuales uno conoce. Toda la historia, se cuenta de una manera, para crear la sensación de realidad, que haga pensar, que realmente ocurrió. Son contadas de boca en boca. Con lo cual, se han transformado, casi en verdaderas tradiciones orales.             

Acá vamos a encontrar un link del diario Clarín, que nos servirá de guía para poder realizar nuestro trabajo final.
 Lo vamos a leer entre todos...

http://edant.clarin.com/diario/2005/03/27/laciudad/h-05001.htm

Luego de haber leído este artículo periodístico, contesten estas preguntas:


¿De qué habla el artículo?
¿La leyenda del gigante de Once esta completa? ¿Qué cuenta la nota?
¿Por qué creen que el autor de esta nota no nos cuenta la leyenda completa?
¿Qué más aparece en el artículo

¿Qué es una leyenda?

Nos acercamos a la definición de leyenda.

Te pido que acá pongas tu propia definición de leyenda

viernes, 21 de junio de 2013

Descubriendo leyendas


A continuación van a encontrar cuatro tapas de leyendas de diferentes partes del país. ¿Se animan a explorar la tapa?... Para hacerlo, tengan en cuenta las siguientes preguntas:
1) ¿Qué pueden encontrar en ella?
2)El título ¿A qué hace referencia?
3)Según las imágenes que observan en la tapa. ¿De qué creen que trata la historia?



Les recomiendo que si encuentran alguna palabra que desconocen entren a la siguiente página, que los ayudará a descubrir el significado de esas palabras:

http://www.rae.es/rae.html


¡Ahora sí, a leer!


Leyenda del Puente del Inca

    Inti, el Sol, era el dios del imperio incaico y el Inca su descendiente directo. Su autoridad era mayor que la de un rey, puesto se lo consideraba hijo del Sol y su misión era reinar y proteger a su pueblo.
    Una vez hubo un Inca sumamente generoso; amaba a su gente deseando para todos un imperio rico y soberano. Se preocupaba por igual de los problemas de la vida diaria como de salir a recorrer su territorio de un extremo a otro, tratando de conquistar nuevas tierras. Continuando la tradición de sus antepasados jamás invadía un territorio a la fuerza. Primero invitaba a los pobladores a formar parte de sus dominios; en cambio ofrecía enseñarles a sembrar y aseguraba que nunca les faltaría tierra ni comida. De esta manera casi nunca era necesario luchar.
    Un día el Inca cayó gravemente enfermo. Ni los sacerdotes, ni los hechiceros pudieron descubrir de qué mal se trataba; el hijo de Inti se agravaba cada vez más y todos temieron por su vida. Hasta que una tarde, los chasquis, que corrían velozmente de una posta a otra, transmitiendo las noticias de pueblo en pueblo, avisaron a los servidores del Inca, que en el sur existía el remedio que podría curarlo. Inmediatamente comenzaron los preparativos para la travesía a lo largo de la cordillera y cuando todo estuvo listo, partieron desde Cuzco, capital del Tahuantisuyo, en busca del tan preciado remedio.
    Una de las cosas que más enorgullecía a los incas, eran los caminos de piedras que se extendían en todo su territorio y que habían sido construidos durante la disnastía Pachacutic. Por ellos anduvieron atravesando valles y montañas; cuando llegaba la noche, acampaban alrededor de las, posadas que se levantaban a los lados del camino. Dentro de la posada descansaba el Inca para reponer sus fuerzas.
    No se desalentaron en ningún momento a pesar de la dura y larga travesía; una esperanza mucho más fuerte que todo eso, los alentaba e incitaba a seguir adelante. Querían mucho a su monarca y deseaban fervientemente que recuperara la salud lo antes posible.
    Continuaron la marcha por muchos días hasta que por fin, encontraron el nacimiento de un río que corría paralelo al camino y siguieron en esa dirección. Las aguas bajaban torrencialmente levantando nubes de finísimas gotas al estrellarse contra las rocas y el ruido de la turbulenta corriente quebraba el silencio de la imponente cordillera. Los peregrinos siguieron su camino hasta llegar a un punto donde el río cambió su curso en una pronunciada curva al este, cerrándoles el paso. Ahí su caudal era mucho más profundo y su torrente hacía imposible el cruce a la otra orilla.
    Hicieron un alto y acamparon decididos a buscar un lugar por dónde poder pasar. Fue así que formaron grupos dirigidos por un guía y se turnaron; mientras unos descansaban otros recorrían la zona tratando de encontrar el paso. Desgraciadamente no tuvieron suerte y los grupos volvían cada vez más desalentados de sus expediciones, hasta que por fin se dieron por vencidos.
    Entonces formaron un consejo para decidir qué se haría y después de muchas discusiones y cambios de ideas, llegaron a la triste conclusión de que debían volver. Abatidos, pensaron que su monarca agotado por el viaje no podría resistir el regreso y era probable que no volviera a ver a su querido Cuzco.
    Se dispusieron a pasar la noche en ese lugar, para iniciar al otro día el retorno. Rodearon al Inca tratando de estar más juntos y unidos que nunca, como para darse entre sí, el valor y la fuerza que necesitaban para volver y como para protegerse de esa gran pena que los estaba invadiendo momento a momento.
    Mientras tanto Inti el Sol, que ya se estaba por ocultar en el horizonte, vio lo que estaba ocurriendo. La hazaña que los incas habían sido capaces de realizar por amor a su monarca, no escapó a la vista del dios y quiso premiar el fervor de este grupo abnegado de súbditos. Entonces consultó con Mama Quilla, la luna, y entre los dos decidieron ayudarlos inmediatamente.
    Al amanecer del día siguiente, los incas, entre dormidos y despiertos, vieron azorados frente a ellos, un ancho puente tendido que les señalaba el camino. Los dioses lo habían construido para que pudieran pasar. Llenos de alegría reanudaron la marcha con nuevas esperanzas.
    Tuvieron mucho que andar todavía y el Inca se agravaba más y más, ya ni siquiera abría los ojos para observar a su gente como lo hacía antes; ninguna palabra volvió a salir de su boca y dormitaba permanentemente. Obligados a hacer muchos altos en el camino porque se fatigaba con facilidad, la marcha se hizo más lenta y penosa, pero no desfallecieron en ningún momento.
    Por fin llegaron al lugar indicado; de inmediato se distribuyeron las tareas, mientras unos buscaban las hierbas medicinales, otros construyeron una gran tienda para alojar a su monarca e instalar todo lo necesario para su curación.
    No fue en vano todo el extraordinario esfuerzo que dedicaron al Inca; en poco tiempo empezó a mejorar visiblemente para alegría de todos. Felices emprendieron el regreso entre cantos y oraciones de gracias a sus dioses. Los chasquis corrieron velozmente delante de ellos llevando la buena nueva. Todo el pueblo los esperó ansioso y preparó grandes fiestas en su honor. Los templos se vieron resplandecientes, ya listos para ceremonias y ritos de gracias.
    El Inca entró en la capital totalmente repuesta; su pueblo lo saludó con cariño y lo acompañó hasta su morada. Poco tiempo después el hijo de Inti volvió a reinar en el Imperio.
    Desde entonces al noroeste de la provincia de Mendoza, donde pasa el río Las Cuevas, el mismo que interrumpiera el paso de los peregrinos, se levanta el Puente del Inca uniendo las dos orillas y bajo su arco siguen pasando torrencialmente las aguas del río.


Leyenda del Yaraví

 Chasca Ñaui era la hija menor de un matrimonio quichua que vivía en una tribu, entre montañas del norte. Era una niña todavía, cuando un día oyó hablar de las virtudes de una laguna que se encontraba cerca de allí. Decían que la doncella que se bañara en sus aguas, encontraría el marido anhelado.

Chasca Ñaui creció, transformándose en una hermosa joven y entonces deseó, como las otras jóvenes de la tribu, tener a alguien que la amara.
Una mañana, cuando los amancays y las retamas perfumaban el aire con sus flores, la joven decidió ir a la laguna y emprendió el camino. Cuando llegó, se quitó la túnica de combi y poco a poco se fue sumergiendo en el agua con la esperanza de encontrar a su compañero.
De pronto, el lejano sonido de una quena le advirtió que alguien se acercaba. Salió de la laguna, se puso su túnica ciñéndola a su cintura con una faja de vivos colores, calzó sus pies con ojotas de cuero, arregló sus cabellos y los adornó con flores silvestres.
La voz de la quena sonaba cada vez más fuerte y una dulce esperanza florecía en Chasca Ñaui. Se sentó sobre una piedra cerca de la orilla y esperó. Por detrás de unas matas de chañar vio venir en su dirección, a un joven apuesto. Tocaba la quena como nunca lo había hecho nadie en el lugar; su música llegaba a los oídos de Chasca Ñaui como un suave canto de amor.
Al verse, inclinaron sus rostros sonrientes en ademán de saludo, y Hayri, que así se llamaba el muchacho, quedó prendado de la joven.
Desde ese momento se vieron repetidas veces, hasta que Hayri, seguro del profundo cariño que sentía por Chasca Ñaui, le pidió que fuera su esposa. Poco tiempo después se casaron y comenzaron a vivir felices en una cabaña próxima a un bosque.
Un día el sol se ocultaba detrás de los cerros y regresaban los dos de una visita a la laguna, inesperadamente se les interpuso en el camino un jefe español, acompañado de sus soldados. Pertenecían a las huestes de españoles que habían despojado a los incas de sus tierras. El jefe español, impresionado por la belleza Chasca Ñaui, la obligó a seguirlo.
Inútiles fueron los esfuerzo de Hayri para que no se la llevaran, pero los soldados azotaron al muchacho hasta dejarlo desvanecido. Cuando despertó, comenzó a buscarla sin tener en cuenta distancias ni peligros, pero jamás la encontró.
Desesperado optó por ir a la laguna. Allí pasaba las horas y los días tocando su quena; cada nota iba reviviendo todo lo que había sucedido desde el momento en que vio por primera vez a la joven. Poco a poco el canto de la quena se fue haciendo más triste, hasta fijarse en una única melodía que reflejaba todo el dolor de su alma. Su vida se fue apagando, pero su quena sólo se calló cuando dio el último suspiro.
Mucho tiempo después, un joven indio encontró la quena, cuando se dispuso a tocarla, del instrumento sólo brotaba aquella triste melodía que creara Hayri antes de morir. Al escucharla en la tribu, todos recordaron a la pareja :

"Dos amantes palomitas
 penan, suspiran y lloran 
 y en viejos árboles moran
 a solas con su dolor"
Así nació el yaraví.



Leyenda de la Cruz del Sur

El viejo cacique quiere renovar su tocado y para eso necesita las más hermosas plumas. Quien las posee es Manic, el ñandú. Pero como este animal tiene fama de inalcanzable, hay que llamar al mejor cazador de la tribu: Nemec, un joven valiente y fiel.

Cuando se le dice su misión, el muchacho busca sus mejores armas y también consejos con los más ancianos de su pueblo.
Aunque le digan que es un ave imposible de cazar porque percibe cuando la están persiguiendo, aunque le digan que es muy pero muy veloz, Nemec parte decidido a encontrarla.
Camina días y noches hasta encontrar las huellas que van en dirección al Sur. Las sigue, sigiloso, atento, durante horas, días, hasta que… al amanecer divisa a lo lejos la silueta de Manic. Alto, seguro, mostrando su hermoso plumaje mientras camina, moviendo su cabeza de un lado para el otro.
Nemec ni lo duda, con mucho cuidado se acerca, arroja la lanza seguro de alcanzar su presa distraída, pero no… el ñandú está tan atento que apenas el arma surca el aire, ya se escapa a toda velocidad. No importa – piensa Nemec – soy un excelente cazador y ningún animal va a ganarme.
Y diciendo y haciendo, sigue con su mirada el vuelo del ave, luego sus huellas… Nuevamente horas y horas hasta que su tenacidad lo lleva hasta Manic. Esta vez no va a huir. Los pasos del joven ni se escuchan, los pies apenas tocan la tierra, una de sus manos sostiene la lanza firmemente para que no roce contra nada, respira despacito para no alertar a su presa. Y ya está casi por alcanzarlo, va a tirar la lanza pero… el avestruz no le da tiempo porque huye otra vez, desapareciendo en un instante.
Nemec queda sorprendido ante la sagacidad y rapidez de Manic. Pero no está dispuesto a dejarse vencer y decide ir hacia donde huyó el ave.
Vuelve a encontrarla y otra vez se escapa.
El muchacho duda si realmente va a poder alcanzarlo alguna vez. Pero también se recuerda a sí mismo que es el mejor cazador de la tribu, y por eso mismo no puede regresar con las manos vacías. Se levanta y decide seguir hasta el final.
Así días y días Nemec corre tras Manic. Parece que lo alcanza y éste vuelve a escaparse. Pero el joven indio lo sigue sin perderle pisada.
Llega la noche, el muchacho se siente agotado, corre más lento, pero su presa también está cansada.
Bajo el manto estrellado se ven las sombras de los dos, ave y hombre, una delante del otro, empecinado en conseguirla. La distancia se va acortando y Nemec prepara su arma, se alista y el ñandú levanta vuelo.
A Nemec no lo sorprende. Otra vez volver a seguirlo por kilómetros y kilómetros…
Pero… ¡Imposible! –piensa mientras mira cómo Manic cada vez más se aleja del suelo- ¿hasta dónde piensa llegar? ¡Los ñandúes no van tan alto!
Este ñandú, sí. Ante la perplejidad del valiente cazador, Manic sigue y sigue hacia las alturas. Nemec levanta los brazos, esperanzado que este milagro también sea para él… El ñandú se pierde en el firmamento hasta desaparecer…
¡Pero no desapareció! ¿Qué es eso? –grita Nemec-. En el cielo, justo por encima de su cabeza ve cuatro nuevas estrellas en forma de cruz: una ocupando el lugar de la cabeza, dos marcando las puntas de las alas y la última, la terminación de las patas de Manic.
El joven indio se queda extasiado observando el cielo hasta el amanecer…
Vuelve a su tribu con las manos vacías, pero con una mirada especial.
A la noche, cuando se sienta alrededor del fuego junto con los suyos, cuenta su extraña aventura y termina explicando por qué no trajo las plumas para el tocado del cacique. Pero éste en vez de recriminar su actitud, lo felicita porque sabe que es el mejor cazador. Si no fuera así, Manic todavía estaría en la tierra. Y además gracias a Nemec, hoy la tribu y todas las tribus del sur del mundo pueden ver en el cielo esas hermosas cuatro estrellas.



Leyenda del Calafate


Se dice que cierta vez Koonex, la anciana curandera de una tribu de tehuelches, no podía caminar más, ya que sus viejas y cansadas piernas estaban agotadas, pero la marcha no se podía detener. Entonces, Koonex comprendió la ley natural de cumplir con el destino. Las mujeres de la tribu confeccionaron un toldo con pieles de guanaco y juntaron abundante leña y alimentos para dejarle a la anciana curandera, despidiéndose de ella con el canto de la familia.
Koonex, de regreso a su casa, fijó sus cansados ojos a la distancia, hasta que la gente de su tribu se perdió tras el filo de una meseta. Ella quedaba sola para morir. Todos los seres vivientes se alejaban y comenzó a sentir el silencio como un sopor pesado y envolvente.
El cielo multicolor se fue extinguiendo lentamente. Pasaron muchos soles y muchas lunas, hasta la llegada de la primavera. Entonces nacieron los brotes, arribaron las golondrinas, los chorlos, los alegres chingolos, las charlatanas cotorras. Volvía la vida.
Sobre los cueros del toldo de Koonex, se posó una bandada de avecillas cantando alegremente. De repente, se escuchó la voz de la anciana curandera que, desde el interior del toldo, las reprendía por haberla dejado sola durante el largo y riguroso invierno.
Un chingolito, tras la sorpresa, le respondió: "nos fuimos porque en otoño comienza a escasear el alimento. Además durante el invierno no tenemos lugar en donde abrigarnos." "Los comprendo", respondió Koonex, "por eso, a partir de hoy tendrán alimento en otoño y buen abrigo en invierno, ya nunca me quedaré sola" y luego la anciana calló.
Cuando una ráfaga de pronto volteó los cueros del toldo, en lugar de Koonex se hallaba un hermoso arbusto espinoso, de perfumadas flores amarillas. Al promediar el verano las delicadas flores se hicieron fruto y antes del otoño comenzaron a madurar tomando un color azulmorado de exquisito sabor y alto valor alimentario. Desde aquél día algunas aves no emigraron más y las que se habían marchado, al enterarse de la noticia, regresaron para probar el novedoso fruto del que quedaron prendados.
Los tehuelches también lo probaron, adoptándolo para siempre. Desparramaron las semillas en toda la región y, a partir de entonces, "el que come Calafate, siempre vuelve."



Ahora que terminaron de leer unas leyendas... ¿Podrían completar el siguiente cuadro?


Leyenda 1
Leyenda 2
Leyenda 3
1. ¿Quién es el autor?

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2. ¿Cuáles son los hechos que cuenta?

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3. ¿Qué características tienen los hechos que narra?
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4. ¿Quiénes son los personajes de la leyenda?

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5. ¿En qué lugar se desarrollan los hechos que se están contando?
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6. ¿En qué momento sucede la acción?
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7. ¿Cuál es el tema de la leyenda?
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A partir de todo lo trabajado, podemos dar una definición de leyenda:

Son narraciones de hechos asombrosos ocurridos en el pasado muy lejano. Estos textos, al principio, se transmitieron en forma oral, de generación en generación. Los temas de las leyendas son muy variados; en algunos casos relatan historias de transformaciones mágicas, del origen de fenómenos naturales u objetos. Muchas veces las leyendas toman hechos o personajes reales, pero modifican tanto los sucesos que es imposible saber si realmente ocurrieron.